La marca italiana creó en la década de los 60, 36 unidades de un modelo que muchos siguen considerando como el mejor Ferrari de la historia. La fama de este coche llega hasta tal punto que un comprador desembolsó 35 millones de dólares por él, la mayor cantidad jamás pagada por un automóvil.



La transacción concretó en Estados Unidos, donde el empresario holandés relacionado con el mundo del vino Eric Heerema le vendió el coche al coleccionista estadounidense Craig McCaw. Heerema compró el coche hace sólo diez años y en este tiempo el deportivo se ha revalorizado 26,5 millones de dólares.

Esta transacción desbanca a otro Ferrari 250 GTO negro de 1964, que fue vendido por 32 millones a principios de año, como el coche más caro de la historia. Antes, el récord lo tenía el Bugatti Tipo 57SC Atlántico de 1936.



El Ferrari 250 GTO perteneció al piloto británico de Fórmula 1 Stirling Moss. El campeón sin corona no llegó a competir con él, pero el asiento del conductor todavía conserva su firma, lo que le dio un valor agregado al rodado.

Además, este coche fue construido en 1962, dos años antes que el modelo que hasta ahora ostentaba el récord, con el volante a la derecha y llama la atención por su llamativo color verde manzana.

Posee un motor de 12 cilindros en V y 3.0 litros de capacidad, que ofrece una potencia de 300 CV.

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