Cualquiera que haya sido impopular sabe lo injusto que el sistema puede parecer. Todo es acerca de cómo te ves, dinero y ser cool, algo con lo que solo algunos cabrones con suerte han nacido teniendo. Bueno, hay buenas y malas noticias.



el portal cracket.com nos dice que la buena es que hay algunos atajos inesperados que pueden hacer a una persona popular, lo cual no es sorprendente, ya que el cerebro humano funciona de maneras extrañas. La mala noticia es que son arbitrarios.

#5. No hagas favores a otros, has que te los hagan a ti (y da las gracias)
¡Rápido! Tienes 24 horas para hacer que alguien atractivo guste de ti. Tu y casi todo el mundo intentará inmediatamente la misma táctica: hacer algo agradable por el otro. Eso va a ganar su corazón. Hazte cargo de alguna tarea que sabes que odia, tráele una taza de café que no pidió.



Hay millones de «chicos buenos» en el mundo que en este momento están haciendo pequeños favores a las chicas bonitas por esta misma razón: creen que si hacen cosas buenas por ellas, entonces ellas los asociarán con amabilidad, honradez, lealtad y mucho más de lo que una mujer podría desear. Y eso puede muy bien ser cierto… por un tiempo.

Los estudios demuestran que si realmente quieres que la gente guste de ti como persona, en realidad es mejor ignorar sus pedidos de ayuda y forzarlos a hacerte favores a ti en su lugar, para luego culminar con muchos agradecimientos. Parece una locura, pero esto tiene que ver con cómo a la gente no le gusta sentir que debe algo, pero le gusta la sensación de que tu le debes.

El problema de hacer pequeñas cosas buenas por alguien es que quien recibe el favor lo olvida mucho más rápido de quien lo hizo. Unos días más tarde, la chica se olvida del café, y el muchacho se enfada rápidamente porque ella no lo apreció lo suficiente. Con el tiempo, el valor del regalo disminuye en la mente del receptor mientras que se infla en la del donante.
Así que en realidad crea una separación entre ustedes. El inocente favor se convierte en una especie de juego de poder. Lo que nos lleva al corolario raro y opuesto de esta regla, que viene por cortesía de nada menos que Benjamín Franklin.
De hecho, es llamado “el efecto de Ben Franklin”, después de un chiste que hizo una vez respecto a la relación favorecedor/favorecido. Dice así: Si puedes convencer a una persona que no piensa mucho en ti de que te haga un favor, por pequeño que sea, le hará pensar que gusta de ti. Todo lo que necesitas es recordar agradecerle lo suficiente.

Como a nadie le gusta sentir que está en deuda, esto es lo contrario: continuamente recuerda a la otra persona de lo mucho que vos estás en deuda con ella. Y la ciencia dice que a la gente esto le encanta.

# 4. Sé grosero, mezquino y egoísta (en la escuela secundaria)
Todo el que haya visto una película sobre la secundaria o haya asistido a una, sabe que la mayoría de los chicos populares son normalmente unos imbéciles. Es lógico: ser popular tiene una manera de aumentar el tamaño de tu sombrero, y los estudiantes que se encuentran en la parte superior de la escala social pueden tener dificultades para resistirse a dejar caer cosas sobre la gente de abajo. Es sólo un subproducto desafortunado de ese período particular y raro de la vida, no es que los chicos populares lo sean por ser desagradables.

Varios estudios han demostrado efectivamente que la mejor manera de ganar popularidad en la escuela secundaria es de actuar como un total idiota.
En un estudio, los investigadores siguieron unos 4.000 estudiantes de secundaria y sus relaciones, comportamientos y niveles en la escala social. Descubrieron que cuando los niños escalaban, también aumentaba su intimidación hacia los demás. Y lo curioso es que seguían creciendo en popularidad a pesar de lo que hacían. Entonces, ¿por qué los otros niños les seguían chupando las medias a quienes los trataban mal?
Si fuiste a la secundaria, ya sabes la respuesta: Porque actuar como un idiota es un signo de confianza. Meterse con los demás te hace ver como un líder. La sociedad nos alimenta de arquetipos intimidantes como Donald Trump y Gordon Ramsay a quienes muestra como ganadores y genios emprendedores todo el tiempo. Por extensión de esta lógica, es fácil ver al deportista que escupió tu botella de agua como uno también.

Sin embargo, hay alturas de popularidad que incluso el mariscal de campo más imbécil o la animadora más malvada no pueden alcanzar. En la parte superior de la escala, el nivel de intimidación cae completamente. Los chicos más populares no intimidan para nada, porque no es necesario o porque son demasiado narcisistas para que esto les importe. Resulta que los estudiantes más populares están tan obsesionados consigo mismos, que esto les resbala. Los otros chicos confunden su distante comportamiento como encanto personal, y adoran la tierra que pisan.

# 3. Usa ropa de marca
Para ser claros, no estamos diciendo que usar ropa de marcas caras hará que los otros confíen o gusten de ti. No, la ciencia dice que pegar una etiqueta visible en tu ropa hace la diferencia, y no de la manera que esperabas.
Por ejemplo, en un estudio, los investigadores hicieron ir a una mujer al centro comercial y que pidiera a la gente que llenara su encuesta. El día en que llevaba una remera Tommy Hilfiger con una etiqueta visible, el 54% de la gente la ayudó. El segundo día, cuando llevaba la misma remera sin la etiqueta, sólo el 13% de las personas respondieron.
En otro estudio, los investigadores que llevaban ropa de diseñador recibieron el doble de donaciones caritativas que los que usaban ropa normal.
En otro, se juzgó a un solicitante de empleo durante una entrevista laboral como más digno del puesto y se recomendó un salario un 9% más alto para el que tiene la etiqueta. La marca siempre ganaba.

Y no es que las marcas sólo nos hagan pensar en sus usuarios como ricos o elegantes, sino que en realidad nos hacen confiar más en ellos como personas. Por un lado, las etiquetas hacen exactamente lo que los fabricantes esperaban que hicieran, sólo que a un mucho mayor (y más loco) grado: Se nos dice que la marca es de alta calidad, por lo cual quien lo sabe y la compra, debe tener gran juicio. Pero es una trampa en la que caemos debido a la evolución. Para la mayoría de los animales, los miembros de su especie pueden saber de un vistazo qué tan saludable/fértil/atractivo es otro (un pavo real con plumas perfectas solo puede conseguirlas siendo un espécimen sano).
Los seres humanos son diferentes. Con la ropa y el maquillaje y el talento para la mentira, no tenemos ninguno de esos accesos directos que se puedan observar a simple vista, aunque los buscamos muchísimo. Entonces, a falta de esto, sólo debes elegir a las personas que gastan el doble en su ropa sobre la base de una marca. Tiene sentido.

#2. Ten amigos lindos en Facebook
Como el usuario de Internet más perspicaz habrá notado, en los últimos años Facebook se ha convertido en un gigante social que envuelve casi todo lo que hacemos. Se ha vuelto tan grande que ya eres considerado sospechoso si no tienes un perfil.

Un aspecto de Facebook es que dentro de los límites de tu configuración de privacidad, cualquiera puede ver no sólo tus fotos, sino también las de tus amigos. Esto es algo que una persona normal (no un acosador) no puede hacer cuando te conoce en la vida real.

Como si a alguien le interesara quiénes son tus amigos… ¡Error! Tus amigos son importantes, y la gente determinará cuánto le gustas gracias a ellos, o más bien, a cómo lucen.
Para probar esto, los investigadores crearon un pequeño experimento. Tomaron dos personas de aspecto promedio -un hombre y una mujer- y les hicieron dos perfiles de Facebook a cada uno. Los perfiles fueron idénticos salvo por una cosa: Cómo se veían sus amigos. Un perfil tenía un montón de fotos de sus lindos amigos y de sus bonitas fotos de perfil, mientras que en el otro aparecían amigos menos favorecidos, por decirlo de alguna manera.
Luego había sujetos que juzgaban los perfiles, que veían o el que tenía amigos lindos o el de los amigos feos. Después de contestar una encuesta sobre lo mucho que les gustaría conocer a la persona del perfil, los investigadores descubrieron la verdad: La gente era nada menos que un 20% más propensa a gustar de un perfil sólo porque él o ella tenía amigos bonitos. Nada más que para poder ser parte de ese club de gente linda.

Para decirlo en términos más científicos, el fenómeno se basa en la teoría darwiniana de la «supervivencia del más apto». De acuerdo con nuestro incorporado instinto de supervivencia, todo el tiempo estamos buscando subconscientemente la mezcla óptima de genes.

Así que cuando ves a una persona de aspecto promedio que tiene un montón de gente guapa como amigos en Facebook, instintivamente proyectas su poder de atracción sobre esa persona. No necesariamente piensas en ella sexualmente, sólo supones que debe tener acceso a esa buena reserva de genes, y que eso la hace digna de ser conocida.

# 1. Pasa vergüenza en público
Dedicamos una gran cantidad de nuestro tiempo, dinero y energía para no parecer estúpidos en público. Para muchos, esto lleva a un nivel de autoconciencia que coquetea con un ataque de nervios cada vez que hacemos algo que está etiquetado como «incorrecto» delante de otros.

Afortunadamente, esta aversión general a la humillación pública ofrece un acceso directo a aspirantes de ascenso en los rankings de popularidad: Los científicos han encontrado que cuando la gente te ve abiertamente avergonzado, tiende a pensar en ti como una persona más agradable.
Un grupo de investigadores de psicología de la Universidad de Berkeley estableció un experimento donde los participantes fueron filmados mientras que describían un momento muy embarazoso de su vida. Luego, otros participantes vieron los videos y clasificaron qué tan avergonzante era la situación, mientras evaluaban cuánto agrado sentían por quienes contaban las historias. Los participantes que fueron calificados consistentemente como los más agradables fueron los que se mostraron visiblemente afectados por sus situaciones embarazosas. Además, funcionó al revés también: Las personas que tenían historias embarazosas y sin embargo optaron por mantener caras de póquer mientras las contaban, quedaron marcadas como egoístas y poco fiables.

Varios otros experimentos comprobaron que nuestro cerebro en realidad tiene una tendencia a asociar vergüenza visible con amabilidad y confianza, mientras que toda falta de vergüenza es considerada como «no confiable». Tiene sentido: Dado que el tipo de persona que se avergüenza fácilmente también es probable que sea más agradable a los demás con el fin de evitar contraer una cara colorada, hemos empezado a ver la vergüenza como un indicador de confianza.

Así que sí, por todos los medios haz el ridículo en tu próxima cita. Sólo asegúrate de hacerlo antes de llegar a la habitación