NIAGARA FALLS, EEUU. Nik Wallenda, un equilibrista estadounidense de 33 años está a punto de cumplir el sueño de su niñez: el viernes intentará cruzar las cataratas del Niágara caminando sobre un cable de acero, una hazaña que se hizo por última vez hace más de un siglo.



La travesía está prevista para última hora de la tarde del viernes ante miles de espectadores reunidos a ambos lados de las cataratas, ubicadas en la frontera entre Estados Unidos y Canadá.

«Ha sido mi sueño desde que tengo seis años», comenta entusiasmado Wallenda. «Esperé 27 años y se va a convertir en realidad», señaló en una entrevista con la AFP.



Nacido en una familia de siete generaciones de acróbatas y artistas de circo, conocida como «The Flying Wallenda» (Los Wallenda voladores), Nik Wallenda, casado y con tres hijos, se prepara sin temor para el desafío que le espera.

Estima que le llevará unos 40 minutos atravesar paso a paso el fragor del río Niágara, justo por encima de las cataratas. El cruce será de unos 550 metros de largo, en un cable a unos 60 metros de altura sobre la superficie del agua.

Por primera vez, Wallenda aceptó, a regañadientes, llevar un arnés de seguridad.

«Nunca he usado un arnés en mi vida, en toda mi carrera», explicó el equilibrista, dos veces citado en el Libro Guinness de los Récords por sus hazañas en bicicleta sobre un cable en altura.

Pero su principal patrocinador, la cadena de televisión ABC, que ha programado una emisión especial de tres horas en torno al evento, se lo exigió. «No me encanta, pero no tengo otra opción», añadió.

Sin embargo, no por ello se preparó con menos seriedad.

«Me entrené en un cable de longitud y tensión comparables al que tendré que atravesar sobre las cataratas. También simulamos vientos de hasta 90 km/hora, y una fuerte bruma, para estar preparado para cualquier eventualidad», dijo.

«Es más una cuestión de salud mental que física», afirma Wallenda, quien comenzó a caminar sobre un alambre cuando tenía dos años.

Una oración antes de partir

El reto de Wallenda es particularmente difícil, ya que el cable de acero, que pesa siete toneladas, no se mantiene estable por encima del agua.

Wallenda comenzará su travesía en Estados Unidos, y descenderá poco a poco sobre el cable cerca de 10 metros hasta el centro de las cataratas, antes de remontar lentamente, ayudado por una vara de 14 kg como péndulo, hasta alcanzar la orilla en el lado canadiense.

Si no se estabiliza «el cable se moverá bajo mis pies más de lo que estoy acostumbrado. Y está la niebla, a veces espesa, y vientos que pueden provenir de múltiples direcciones», afirmó.

Como cada vez que se dispone a caminar sobre un cable en altura, hará una oración la tarde del viernes, antes de concentrarse y lanzarse a la aventura.

Si bien la idea de la muerte pasa por su cabeza -«Mi bisabuelo perdió la vida al caerse de un cable», recuerda-, asegura que no tiene miedo.

«Yo respeto lo que hago, sé que los peligros son muchos. Pero el miedo es muy peligroso, de hecho, hace la cosa imposible», añadió.

El viernes, sus hijos estarán presentes para ver en vivo a su padre tratando de cumplir su sueño de infancia, avanzando sobre las cataratas con los zapatos especiales hechos por su madre: «Una especie de mocasines indios, con una gamuza única, que me protegerá y al mismo tiempo me permitirá sentir el alambre», afirmó con orgullo.

Unos 4.500 espectadores se esperan en el lado estadounidense, y otros 40.000 a 60.000 del lado canadiense, de acuerdo con las autoridades locales.

El último cruce de las cataratas del Niágara sobre un alambre fue en julio de 1896.

El ejercicio estaba prohibido desde entonces, pero las autoridades locales, confiadas en obtener beneficios del turismo, hicieron una excepción con los Wallenda, destacando «el papel que este tipo de hazañas ha jugado en la historia y la promoción de las Cataratas del Niágara».