NUEVA YORK. Un juez dictaminó el lunes que la ciudad de Nueva York no puede prohibir las sodas gigantes (de casi medio litro), horas antes de que entraran en vigor las restricciones impulsadas por el alcalde Michael Bloomberg para impedir la venta de estas bebidas.

El juez de Nueva York Milton Tingling dictaminó que la restricción de la venta de sodas de 16 onzas (470 mililitros) en los restaurantes de comida rápida y otros lugares era una medida «arbitraria» y la bloqueó «de manera permanente».



La decisión es una derrota para Bloomberg, que había proclamado la medida como un paso importante para luchar contra la obesidad.

Los grupos industriales de presión, liderados por la Asociación Estadounidense de Bebidas (ABA, por su sigla en inglés) y la Asociación Nacional de Restaurantes (NRA, por su sigla en inglés), entablaron juicio a la ciudad en octubre por esta prohibición.



Según las estadísticas oficiales, alrededor de 6.000 personas en Nueva York mueren cada año por problemas vinculados a la obesidad. Uno de cada ocho neoyorquinos adultos tiene diabetes, que puede ser agravada por el consumo de azúcar.

La Junta de Salud de Nueva York aprobó en septiembre pasado las medidas, que debían entrar en vigor el martes en restaurantes y lugares públicos de entretenimiento, como estadios deportivos y cines.

Las medidas propuestas por la ciudad no impedían que la gente comprara refrescos en envases más pequeños.

La prohibición no incluía a las bebidas de 16 onzas vendidas en los supermercados o a ninguna bebida en base a leche o frutas, muchas de las cuales también contienen grandes cantidades de azúcar.

Las bebidas de dieta y las alcohólicas tampoco estaban prohibidas en la norma municipal.

El anuncio de Bloomberg en mayo suscitó un acalorado debate, con peticiones y campañas de ambas partes en los medios de comunicación.

Unos defendían la necesidad de combatir la obesidad y otros las libertades individuales, diciendo que el alcalde no es quien para decidir lo que se puede o no beber.

El verano (boreal) pasado, una encuesta mostró que el 54% de los neoyorquinos se oponía a la prohibición.

Más de la mitad de los neoyorquinos (58%) tienen sobrepeso o son obesos, y este problema afecta a cerca del 40% de los niños de las escuelas públicas.

El consumo de refrescos, a menudo más baratos que el agua, es una de las causas identificadas del problema, según los expertos.

La epidemia de la obesidad cuesta miles de millones de dólares en costos de atención médica.