El baño en frío es una costumbre común en muchas partes del mundo. Desde tiempos remotos, los humanos han experimentado con la variación de la temperatura del agua para exponer el cuerpo a condiciones extremas. En la antigüedad, por ejemplo, el baño romano se basaba en la práctica de moverse a través de una serie de habitaciones calefaccionadas que culminaban en una caída de agua fría al final.

Se ha afirmado que las duchas frías tienen múltiples efectos beneficiosos para la salud, como mejorar la circulación, aumentar la vitalidad o favorecer al sistema inmunológico. Pero… ¿cuáles son los beneficios comprobados de las duchas de agua fría?



 

Un estudio holandés publicado en la revista Plos One en 2016 halló que una ducha diaria de agua fría resultó en una reducción del 29% en la autoevaluación sobre ausencia de enfermedades de los participantes en los 90 días siguientes a haber adoptado ese hábito.

La investigación evaluó a 3,018 personas, entre 18 y 65 años, sin experiencia rutinaria de duchas frías. Durante al menos 30 días consecutivos, los participantes debían ducharse con agua fría al final de sus baños habituales con agua caliente, en períodos de 30, 60 o 90 segundos, según el subgrupo de estudio.



Respuesta fisiológica

El efecto beneficioso más destacado por los voluntarios que participaron de la investigación fue un aumento del nivel percibido de energía, que muchos comparaban con el efecto de la cafeína. Por otra parte, el efecto adverso moderado más reportado fue una sensación persistente de frío en el cuerpo, las manos y los pies.

Los investigadores comprobaron también que la duración de la ducha fría no influyó en los resultados, la mayor respuesta fisiológica a la exposición al agua fría se observó durante los primeros 30 segundos.

La ducha fría repetitiva puede modular la respuesta fisiológica del organismo, destacaron los autores. En síntesis, las duchas de agua fría son estimulantes, mientras que las de agua caliente son relajantes, por lo que una buena elección sería la de ducharse con agua fría cuando necesitamos estar atentos o iniciar algún tipo de actividad, y ducharse con agua caliente antes de acostarse o como método de relajación.

Advertencia

En general, una ducha de agua fría es bastante segura y no tiene efectos adversos negativos significativos para la salud a no ser que se tenga una edad muy avanzada o problemas de corazón.

Pero un baño de agua fría por inmersión, si se hace de forma brusca, puede provocar una súbita congestión de los órganos internos, como los pulmones o el corazón, con riesgo de un ataque cardíaco.

Para los especialistas, lo ideal es comenzar la ducha con agua caliente, aunque no demasiado, y de poco a poco ir descendiendo la temperatura del agua para finalizar el baño con unos segundos de agua fría.

Temperaturas del agua para ducharse:

Agua muy caliente (38-43 ºC). Origina fatiga muscular y sequedad en la piel.

Agua caliente (29-38 ºC). Es la temperatura ideal para relajarse.

Agua templada (24 -29 ºC). Relaja, reaviva y refresca.

Agua fresca (18-24 ºC). Es adecuada para despejarse.

Agua fría (menos de 18 ºC). Es muy estimulante, pero debe consistir en simplemente entrar y salir, o para cambiar la temperatura al final de la ducha.

Fuente Holadoctor.com