Sentirse huérfano no necesariamente es por la falta de uno de los padres. A veces estamos con ellos pero nos sentimos solos y desprotegidos. No es más que la condición de nuestra alma, que por más acompañados que estemos siempre nos hace sentir así.

Esto es así porque nuestra alma no ha encontrado la paz y el descanso en Él. Al contrario, la insatisfacción por lo que no tenemos no nos ha permitido verlo; porque nada nos llena, nada nos hace felices y nada nos motiva. No importa cuántas personas estén a nuestro lado; seguiremos sintiéndonos igual hasta que entendamos que lo que necesitamos ya lo tenemos y está en nosotros. Cristo nos dio una promesa de que jamás estaríamos solos porque Él vendría a nosotros, pero a pesar de esto muchos seguimos debilitados, sin hacer propia esta promesa.



Si supiéramos en verdad quién es el que está con nosotros, no habría lugar para algún sentimiento de orfandad. Pero nos hemos acostumbrado tanto a lo visible que no discernimos lo invisible. Y Él es espíritu; no podemos verlo pero sí sentirlo. Aunque no lo veas, dale la bienvenida y dile que te muestre el amor del Padre para conocer lo que hay en Su corazón, por ti.

Cuando te lo muestre, verás que nada puede compararse con Él, y tu alma será libre porque entenderás que nada necesitas para ser feliz.



Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios