Dios nada hace por casualidad. Cuando Él hace algo es porque tiene un propósito. Por eso, cuando creó al hombre y la mujer, colocándolos en el huerto, les dio las funciones específicas y determinadas para que vivieran allí sin problemas.

Ellos debían vivir una vida tranquila y feliz porque les habló y les puso límites para cuidarlos y que no tuvieran problemas. Pero vemos que Eva no respetó ni guardó las ordenanzas. Desobedeció, y esto trajo como consecuencia que perdieran todos los privilegios que Dios les había dado.



Dios nos aconseja, nos guía, nos enseña, para guardarnos y apartarnos del peligro, pero a veces queremos saber más que Él. Despreciamos Sus consejos y restamos valor a Sus ordenanzas, cayendo en desobediencia la cual trae maldición.

Tenemos que aprender a obedecer para no perder los privilegios y derechos que nos son dados por ser hijos de Dios. Porque todo el que desobedece será destituido del paraíso, el cual no es más que el lugar donde se reciben las bendiciones.



Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios