Cada cierto tiempo tenemos que deshacernos de cosas que ya no son útiles o que ya no sirven. De lo contrario nuestra casa sería un almacén donde no se podría vivir. La sorpresa que nos llevamos al final de realizar esta labor es que desconocíamos la cantidad de cosas que no servían y estaban ocupando un espacio precioso para otras cosas que sí son necesarias en nuestro hogar.

Pero a pesar de esto al hombre le gusta guardar, y sigue haciendo lo mismo pensando que no puede deshacerse esas cosas porque en un futuro puede necesitarlas. Lo más grande es que ese momento casi nunca llega y, si se presenta, olvidamos que tenemos algo guardado y lo compramos nuevamente.



De esta misma manera nosotros tenemos un baúl de recuerdos guardado en nuestro corazón, el cual imposibilita que la Palabra quede sembrada en nosotros y que el Espíritu Santo haga lo que tenga que hacer en el interior. Esos recuerdos ejercen una fuerza contraria superior a nosotros mismos. Sin darnos cuenta estamos atados, viviendo de un pasado que no queremos soltar. Nos engañamos y no queremos reconocer que esto está afectándonos. Ya es tiempo de reconocer el daño que nos hace, por lo que debemos ser valientes y tomar una decisión para sacarlos definitivamente de nuestra vida.

¡Llénate de valor y empieza por lo que más te cuesta olvidar!, para que le hagas el espacio propicio a lo nuevo que vas a recibir de Su Espíritu.



Por la pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios