Hoy se habla mucho de ser una persona de influencia. Aunque algunos podamos estar conectados con muchas personas, hay otros cuyas vidas pueden parecer tener una influencia muy reducida en comparación. Sin embargo, lo importante no son los números sino la fidelidad. El Señor ha determinado la personalidad y las destrezas de cada creyente, así como su esfera de influencia.

No importa cuán limitadas sean nuestras conexiones, todos podemos ser usados por Dios para influenciar a otros cuando seguimos sus instrucciones.



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Permanecer firmes en la verdad (2 Ts 2.15). Debemos asegurarnos de que nuestra vida esté basada en la verdad bíblica. De lo contrario, podríamos llevar a otros por un mal camino.

Mantenerse constante en toda buena obra y palabra (2 Ts 2.16, 17). Las personas nos observan, y lo que decimos y hacemos les afecta más de lo que podemos imaginar. Por eso es tan importante asegurarse de que nuestras actitudes, palabras y manera de actuar reflejen a Jesucristo.



Cultivar un estilo de vida de oración (2 Ts 3.1). Orar por otros y por oportunidades para compartirles el evangelio, es esencial para un ministerio efectivo. Esto prepara sus corazones para escuchar, y nuestras mentes para saber qué decir.

Mantener la obediencia al Señor (2 Ts 3.4). La influencia piadosa solo se logrará si estamos consagrados a Dios. Si vivimos en obediencia, Él será fiel para abrir puertas de influencia según su voluntad (Ap 3.8).

Si su ambición es volverse fiel en todas estas maneras, puede estar seguro de que el Señor usará su vida para influir en otros para el bien de ellos y para la gloria de Él.

Fuente: encontacto.org