Parecía un domingo como cualquier otro en la Iglesia de la Transfiguración en Slavyansk, Ucrania. Los asistentes conversaban con alegría mientras se dirigían a sus automóviles después del servicio, pero fueron recibidos por una avalancha de hombres enmascarados con ametralladoras.Los intrusos obligaron a dos diáconos y a dos de los hijos adultos del pastor a subir a los vehículos, y se alejaron a toda velocidad.

Artur Pavenko, el tercer hijo del pastor, observó con horror cómo secuestraron a sus hermanos. “En el pasado, habíamos sido arrestados e investigados”, dijo Artur de su ciudad donde los ciudadanos se han acostumbrado a la agresión, incluso al secuestro por los separatistas. “Pensamos que esto terminaría con una verificación de documentos, y que serían liberados”. Pero después de treinta días, fue encontrada una fosa común cerca de su ciudad, con cuatro de los cuerpos de los hombres llevados de la iglesia ese día de verano.



Hasta el momento en que sus hermanos fueron secuestrados, la guerra con Rusia parecía hipotética. Pero después de encontrar los cuerpos, Pavenko se sintió tentado a buscar venganza y a dejar crecer las semillas de amargura, los mismos males que él vio arruinando a muchos de sus compatriotas. Pero su familia de la iglesia, así como su fe, lo consolaron en los momentos más oscuros.



Hoy, casi cinco años después de ese fatídico domingo, Pavenko sirve como capellán. En sus días libres, lleva comida y ropa —y el evangelio— a la línea de fuego.

Su misión es llevar esperanza a otros que se enfrentan a la incertidumbre, usando su propia experiencia como ejemplo. Gracias a En Contacto, Pavenko ha comenzado a distribuir Mensajeros a los ucranianos que se encuentran en peligro. Incluso espera que algunos de estos dispositivos de audio puedan atravesar las líneas del conflicto, terminando tal vez en las manos de los asesinos de sus hermanos.

Hace poco, Pavenko llegó a un puesto militar oculto, donde fue recibido de inmediato con alegría. Las dos docenas de soldados estaban ansiosos por ver una cara amiga, así como las Biblias y los Mensajeros que había traído para ellos.

Aunque él no puede mantener fuera del peligro a los soldados, Pavenko tiene previsto seguir visitándolos hasta que encuentren la misma fe que lo ha sostenido en medio del dolor —la misma fe que lo sostiene ahora, día tras día.

Fotografía por Audra Melton

Fuente encontacto.org