Una de las emociones más angustiantes es la sombría sensación de aislamiento causada por una situación o experiencia difícil. Lo cual es cierto, en especial, cuando un ser querido ha fallecido o nos encontramos en medio de una prueba que no podemos resolver de inmediato. Aunque el planeta sigue girando, nuestro mundo parece haberse detenido, y nos llegamos a preguntar: “Señor, ¿dónde estás?”.

En el Salmo 139, David nos recuerda que no viajamos solos por la vida. Nuestro amoroso Padre celestial está y ha estado con cada creyente cada día. Él es más que un compañero de viaje: mantiene su mano poderosa sobre nosotros y nos rodea con amor protector (v. 5). Nada se nos presenta sin su conocimiento. Y da a sus hijos la gracia no solo para soportar sino también para volvernos más como Cristo a través de la experiencia.



Dios promete estar con usted en todas las etapas de la vida, ya sean alegres o tristes (He 13.5). No importa cuán oscura, deprimente o desesperada pueda parecer la situación, su fiel Padre celestial está con usted porque su amor nunca falla (Ro 8.31-39). Además, Él conoce cada faceta de la situación, y trabaja tanto para el bien de usted como para la gloria de Él (v. 28). Además de tener el poder de satisfacer cualquier necesidad, también tiene un consuelo maravilloso para cada herida (2 Co 1.3, 4).

Los valles oscuros pueden cegarnos en este momento, pero para nuestro Pastor, la noche es tan brillante como el día. Podemos confiar en Él para que nos saque de las sombras y nos lleve a su luz. Mientras tanto, debemos aferrarnos a la verdad de su Palabra, que nos asegura su amor y compasión.



Fuente Encontacto.org