Las inversiones de las productoras de cine son multimillonarias y, así, la competencia por coronarse en la taquilla mundial, feroz. No con malos modos, desde luego, pero sí esforzándose a tope en cada una de las etapas de producción, la publicidad y la presencia en las salas comerciales.

Parafraseando al gran libro mitológico, muchas son las llamadas a la cartelera, pero pocas las elegidas por gran parte del público; y si cuarenta y seis filmes han logrado sobrepasar la barrera de los 1.000 millones de dólares en todo el mundo, solo cinco han rebasado la de los 2.000 hasta la fecha.



Para empezar por la cola de tan adinerado ranking, tenemos Avengers: Infinity War (Joe y Anthony Russo, 2018) y los 2.048 millones de dólares que se embauló en todo el planeta. Fue un poco menos de lo que había obtenido hacía tres años Star Wars: El despertar de la Fuerza (J. J. Abrams, 2015), con 2.068 milloncejos. Pero, con la mayoría de edad ya, el fenómeno de Titanic (James Cameron, 1997) se embolsó 2.208 millones habiendo sumado más de 365 con su reestreno tridimensional en abril de 2012 y, luego, en diciembre de 2017 por su vigésimo aniversario.

El mismo cineasta responsable de romper entonces la taquilla lo hizo de nuevo con Avatar (2009), que ingresó 2.790 millones de dólares. Pero la película que la tiene más gorda —la recaudación, quiero decir— es, por supuesto, Avengers: Endgame (Hermanos Russo, 2019). Cuando había recaudado unos 2.744 millones, Kevin Feige anunció que sería reestrenada dos meses después de su lanzamiento con escenas extra, lo cual solo se debe al objetivo de convertirla de una vez en la más taquillera de la historia. Y los 2.798 millones de dólares que metió al final en los bolsillos de Marvel prueban que lo consiguieron.