Es tiempo de levantarnos y salir de la cárcel donde nos encerró el enemigo, pues nosotros tenemos el poder para hacer que los barrotes se quiebren y quedemos libres de las ataduras que han impedido que avancemos en el Reino. Solamente tenemos que activar la potencia salvadora que obra conforme nuestra fe, declarando que ni un día más los barrotes de hierro nos detienen en los caminos del Señor.

Cárceles de dolor, depresión, deuda, enfermedad, divorcio, drogas, alcohol, han hecho de la vida de muchos un despojo. Los dejan en oscuridad, donde no pueden ver el resplandor de Su gloria.



Pero la voz del Espíritu, la cual está en nuestro corazón y nadie puede detener, clama «¡Libertad¡», mostrándonos que ese no es el lugar donde debemos estar. Por tanto, no podemos tener una actitud pasiva, sino activa, declarando que el encierro terminó porque hay LIBERTAD.

Por la Pastora Montserrat Bogaert/ Iglesia Monte de Dios