En el sur de la Franja de Gaza se cavan tumbas. En otras partes, los cadáveres son colocados en los camiones de vendedores de helados o se prepara una fosa común. En cada rincón de este enclave palestino bombardeado por Israel, los cuerpos se acumulan.

En represalia del sangriento ataque de comandos del movimiento islamista palestino Hamás lanzado en territorio de Israel el 7 de octubre, el ejército de ese país lanza misiles y bombas sin pausa contra la Franja de Gaza, colocada bajo asedio completo desde el 9 de octubre.



Esta guerra, desencadenada por ese ataque sin precedentes de Hamás, que continúa disparando cohetes contra territorio israelí, ha causado más de 1.400 muertos en Israel y por lo menos 2.750 en la Franja de Gaza, donde viven 2,4 millones de personas en 362 km2.

En el centro de este enclave, en el estacionamiento del hospital de Deir el Balah, un camión blanco que hasta hacía poco transportaba helados fue reciclado para responder al flujo de cadáveres.



Sobre una de las puertas del vehículo refrigerado se puede ver la fotografía de una niña degustando un helado. Sobre otra, una selección de helados que prometen ser «crocantes». En el interior, se apilan los cuerpos envueltos en mortajas improvisadas.

«Al amanecer (del domingo), dos obuses cayeron sobre la casa. Había 16 personas, entre ellas ocho niños que dormían tranquilamente», cuenta Talaat Abou Lashine, un miembro de la familia.

En la ciudad de Gaza, donde muchos habitantes partieron a raíz de los violentos bombardeos y el llamamiento lanzado por Israel para evacuar el norte del territorio, hay cadáveres que no han sido reclamados.

«Visto el gran número de (cuerpos de) mártires en el interior de las morgues del hospital Al Shifa que no fueron recuperados por sus familiares y la llegada continua de mártires por decenas (…), se preparó una fosa común para enterrar unos 100 mártires», anunció el jefe de la oficina de información del gobierno de Hamás, Salama Maruf.

  • Muchos niños –
    «Cada historia que sale de Gaza es la de una supervivencia, una desesperanza y una pérdida», lamentó el jefe de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, que informó del inicio de una escasez de mortajas en el territorio palestino.

«A veces no tenemos tiempo de escribir los nombres» de los muertos, de tan numerosos, afirma Ihsan Al Natur, que trabaja en un cementerio de Rafah (sur).

«Hay muchos niños entre los mártires», agrega. «Colocamos tres o cuatro por tumba».

La tradición musulmana exige un entierro lo antes posible.

El ministerio de Asuntos Religiosos en Gaza estimó que era «necesario» enterrar rápidamente los difuntos y que a raíz del número de muertos y la escasez de tumbas se aconsejaba juntar cuerpos en una misma tumba.

En Rafah, en el sur, donde se refugiaron habitantes del norte del territorio que temen una ofensiva terrestre del ejército israelí, se han cavado de manera anticipada pozos en la arena uno al lado de otro y se han colocado ladrillos y losas alrededor y en el interior para recibir cuerpos.

En un pozo, se apilan tres cadáveres de niños.

Hamás estimó el lunes que 1.000 cuerpos estaban atrapados bajo los escombros y advirtió sobre una «catástrofe humanitaria» y la propagación de enfermedades.