El presidente de Argentina, Javier Milei, habla este viernes de noche en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, en medio de un clima social tenso signado por huelgas, protestas y un aumento de la inflación, la pobreza y la indigencia.

«Nido de ratas», «delincuentes», «traidores», «corruptos», «símbolos de casta»: Milei no ha escatimado en calificativos de esta clase para con los legisladores frente a los cuales hablará en cadena nacional.



«Tienen que aceptar que la gente odia a los políticos», aseguró en declaraciones a la prensa. Además, en una entrevista reciente con el Financial Times, dijo: «No necesito del Congreso para salvar la economía».

El consultor y analista político Raúl Timerman estimó que Milei «es y va a seguir siendo así».



«Es lo que lo mantiene bien posicionado en términos de opinión pública», comentó a la AFP, al detallar que Milei tiene 50% de imagen positiva, apenas 5 puntos menos de los que tenía cuando asumió el 10 de diciembre.

Milei brindará el discurso a las 21H00 locales (00H00 GMT) en vez de al mediodía, como es tradición, para coincidir con el horario de mayor audiencia televisiva. Unos 5.000 efectivos fueron destinados al operativo de seguridad.

Al caer la noche, cientos de personas se congregaban en torno al Congreso en repudio a las medidas de ajuste del presidente. «Es angustiante todo lo que se está viviendo», dijo uno de ellos, Alejandro Cotini, de 36 años, quien comenzó a ir a su trabajo en bicicleta para ahorrar en transporte público.

Argentina atraviesa una crisis económica con 254% de inflación interanual, 50% desde que asumió el nuevo presidente. La mitad de la población está en la pobreza.

Al aumento acelerado en precios de alimentos y medicamentos, la quita de subsidios en los servicios públicos causó un ajuste abrupto de las tarifas. Por caso, en Buenos Aires el boleto de transporte aumentó 250% de un día al otro.

«Algo había que hacer», «hay que aguantar», «en algún momento va a mejorar», dice el electorado argentino que aún apoya al mandatario ultraderechista, explicó Timerman con base en estudios realizados por la consultora que dirige, Grupo de Opinión Pública. 

Pero otros están perdiendo la paciencia. La central obrera fue a la huelga general a fines de enero, y en las últimas semanas hubo huelgas de docentes, estatales, autobuses, trenes, transporte aéreo y personal de salud por mejoras salariales.

«Esto que él llama plan licuadora o plan motosierra no es otra cosa que un ataque directo contra los trabajadores y trabajadoras», comentó Mariana Scayola, secretaria general del gremio docente Ademys, al unirse a la manifestación de rechazo a Milei.

Las organizaciones sociales también protestan por la suspensión del envío de alimentos por parte del gobierno a miles de comedores comunitarios.

 

– «Idiotas útiles» –

 

Diez días después de asumir, Milei lanzó un decreto presidencial (DNU) que modificó o derogó más de 300 normas para una profunda desregulación de la economía, pero la iniciativa acumuló decenas de cautelares en la justicia que cuestionan su constitucionalidad.

Luego envió al Congreso la llamada «Ley ómnibus» con 664 artículos con cambios estructurales, como la privatización de unas 40 empresas, la limitación del derecho a huelga, la delegación de facultades en el Poder Ejecutivo y normas inéditas en Argentina como exigir a los jueces el uso de toga y martillo.

Pero el proyecto no tuvo apoyo suficiente en el Congreso y Milei ordenó retirarlo.

A los dirigentes políticos opositores que criticaron el DNU los llamó «idiotas útiles». A los diputados, propios y ajenos, que no aprobaron los artículos de la «Ley ómnibus», los catalogó de traidores y los mencionó uno por uno en la red social X.

El fracaso de la ley fue interpretado por Milei como un triunfo, porque, según dijo a periodistas, dejó en evidencia que los gobernadores provinciales a quienes responden muchos legisladores «son unos delincuentes».

El Fondo Monetario Internacional, que prevé una contracción económica de 2,8% en 2024 para Argentina, saludó las medidas tomadas por el gobierno pero recomendó que éstas se calibren para proteger a los sectores sociales más pobres.

«Mi ajuste es más fuerte que el del FMI», aseguró Milei a la prensa en reiteradas oportunidades, en referencia a su compromiso de conseguir un superávit de 3% del PIB este año, más de lo que pide el Fondo.

En 2018, bajo la presidencia de Mauricio Macri, Argentina contrajo una deuda con el organismo por 57.000 millones de dólares, de los cuales recibió algo más de 44.000 millones en un programa que sigue vigente.