El Consejo de Seguridad de la ONU mostró su preocupación por la situación «crítica» de Haití, donde un líder pandillero amenaza con una «guerra civil» si el primer ministro Ariel Henry, cada vez más cuestionado, no dimite.

Las bandas criminales que controlan la mayor parte de la capital, Puerto Príncipe, y las carreteras que conducen al resto del país, han atacado en los últimos días lugares estratégicos de este país caribeño: la academia de policía, el aeropuerto y varias cárceles, de las que se han fugado miles de presos. 



Frente a este estallido violento, el Consejo de Seguridad se reunió de urgencia el miércoles por la tarde.

«Todo el mundo ha compartido sus preocupaciones», sobre todo la necesidad de desplegar cuanto antes la misión internacional de apoyo a la policía, dijo la embajadora de Malta, Vanessa Frazier. 



Los alrededores del aeropuerto Toussaint-Louverture volvieron a ser escenario de enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y las pandillas en la noche del martes y la madrugada del miércoles, según una fuente policial.

El líder de una de las principales pandillas, Jimmy «Barbecue» Cherizier, pidió el martes la renuncia del primer ministro, que estaba en África cuando estalló la situación actual.

Si el dirigente no deja su cargo, este expolicía sancionado por la ONU prometió que el país se dirigirá «hacia una guerra civil que conducirá al genocidio».

Con el estado de emergencia y el toque de queda nocturno impuestos por las autoridades, muchos habitantes de la capital huyen de los disturbios con sus pocas pertenencias bajo el brazo, mientras que otros sólo salen para comprar lo imprescindible.

«La situación es cada vez peor. La policía nacional es impotente ante los asaltos de las bandas armadas. Sólo una fuerza militar puede ayudarnos en esta situación», declaró a la AFP, un conductor de Puerto Príncipe, que pidió el anonimato.

 

– Llamamiento al consenso –

 

Henry, en el poder desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, debía dimitir en febrero; pero selló un acuerdo de poder compartido con la oposición hasta que se celebren nuevas elecciones.

En un país sin presidente ni Parlamento, donde los últimos comicios se celebraron en 2016, el futuro del dirigente está en el aire.

«A pesar de numerosas reuniones, todavía no hemos sido capaces de llegar a ningún tipo de consenso entre el gobierno y los distintos actores de la oposición, el sector privado, la sociedad civil y las organizaciones religiosas», lamentó el presidente de Guyana, Mohamed Irfaan Ali, que asume la presidencia pro tempore de la Comunidad del Caribe (Caricom). 

«Todos son conscientes del precio del fracaso», añadió.

En Washington, la diplomacia estadounidense urgió Henry a «acelerar la transición» hacia «elecciones libres y equitativas», aunque la Casa Blanca aclaró que no estaba presionando al primer ministro para que renunciara. 

Henry aterrizó el martes en Puerto Rico al no poder llegar a Haití ni a la vecina República Dominicana, cuyas autoridades le negaron la entrada a su avión.

Cuando las pandillas emprendieron sus ataques contra las instituciones, el gobernante se encontraba en Kenia para acordar el despliegue de la misión policial respaldada por la ONU.

«No existe una alternativa realista» a esa misión internacional, aseguró desde Ginebra el jefe de derechos humanos de Naciones Unidas, Volker Türk.

La situación se ha vuelto «más que insostenible», añadió, con 1.193 personas asesinadas en medio de la violencia de las bandas armadas desde principios de 2024.

 

– Hospitales al borde del colapso –

 

Entre la violencia, la crisis política y años de sequía, unos 5,5 millones de haitianos (aproximadamente la mitad de la población) necesitan de asistencia humanitaria externa.

El llamamiento de la ONU a financiar 674 millones de dólares este año para ayudar a Haití, el país más pobre de América, apenas logró recaudar el 2,5% del total.

Los disturbios desde el jueves pasado han llevado a al menos 15.000 personas a huir de las zonas más afectadas de Puerto Príncipe, según la ONU, que ha empezado a repartir comida y productos de primera necesidad.

El miércoles por la tarde, la asociación de los hospitales privados del país pidió ayuda a todas las organizaciones de salud presentes en Haití ante la situación crítica que afronta.

La inseguridad pone en peligro sus instalaciones y sus profesionales, y la «grave escasez de insumos médicos esenciales, combustible y oxígeno» limita su capacidad de atender a sus pacientes, alertó en un comunicado.

Tras meses de retrasos, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó en octubre el envío a Haití de la misión policial encabezada por Kenia. Pero su despliegue se ha visto retrasado por la justicia keniana y una falta de financiación.

La policía haitiana, baja en efectivos, debe lidiar con numerosos secuestros, francotiradores en los tejados y violaciones para sembrar el terror.

En enero, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se declaró «consternado» por el «asombroso nivel» de violencia de las bandas que dominan el país.

Según Naciones Unidas, el número de homicidios se ha más que duplicado en 2023, con casi 5.000 personas asesinadas, entre ellas 2.700 civiles.