El presidente de Estados Unidos Joe Biden y su homólogo chino Xi Jinping hablaron este martes por teléfono para «gestionar las tensiones» entre las dos superpotencias.

Es la primera conversación directa entre los dos dirigentes desde una cumbre celebrada en noviembre en California, marcada por un deshielo en el tono, aunque no en la rivalidad a largo plazo, entre las dos mayores economías del mundo. 



La cadena estatal china CCTV afirmó que ambos líderes mantuvieron un «intercambio sincero y profundo» sobre asuntos de interés común.

Según una funcionaria de la Casa Blanca, esta conversación al más alto nivel precede un viaje a China de la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, «en los próximos días», y del jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, «en las próximas semanas».



El diálogo no tenía como finalidad hacer «anuncios», sino «un balance» tras la cumbre de California, dijo.

«Una competencia intensa requiere una diplomacia intensa para gestionar las tensiones, abordar las percepciones erróneas y evitar conflictos no deseados. Y esta llamada es una forma de hacerlo», explicó la funcionaria, que ha pedido mantener el anonimato.

Los dos temas centrales eran Rusia y la guerra en Ucrania.

Estados Unidos está «bastante preocupado» por el apoyo económico e industrial que Pekín ofrece a Moscú, afirmó la fuente.

Después de una «acción positiva» tras la invasión rusa de Ucrania, «pasado un tiempo hemos visto realmente a la República Popular China empezar a ayudar a reconstruir la base industrial de defensa de Rusia», dijo. 

China proporciona componentes que pueden «progresivamente aumentar las capacidades de Rusia en Ucrania, y eso tiene, por supuesto, repercusiones a más largo plazo en la seguridad europea», añadió.

El demócrata de 81 años también está preocupado por las «acciones desestabilizadoras» chinas en el Mar de China meridional, en particular tras los incidentes con Filipinas. 

Según la funcionaria la conversación también debía abordar otros puntos de fricción entre las dos grandes potencias, como las prácticas comerciales de Pekín, consideradas injustas por Washington, «la erosión de la autonomía de Hong Kong» o los derechos humanos.

Más allá de los temas de tensión, China y Estados Unidos tienen la intención de seguir cooperando siempre que sea posible, según el compromiso asumido en la cumbre de noviembre.

La funcionaria mencionó en particular la cooperación en inteligencia artificial y la lucha contra el narcotráfico, así como el deseo de restablecer las comunicaciones militares regulares.