Los crímenes y atrocidades cometidos por estos diez supuestos doctores son difíciles de creer. Sus casos han pasado a la historia por la cantidad de documentos que hay sobre ellos y por el repudio que han hecho sentir a la sociedad.



Elegidos por el sitio de Internet Toptenz.net, aquí te presentamos un breve resumen de sus crímenes.

Harold Shipman. Apodado «el doctor muerte», era un médico inglés de aceptable trayectoria en hospitales hasta 1993, año en que fundó su propia clínica. A partir de entonces, se le atribuye el asesinato de 250 pacientes y oficialmente se le ha comprobado el de 15. La mayoría de sus asesinados eran mujeres de edad avanzada. La menor de ellas tenía 41 años y Shipman las mató con una sobredosis de morfina. En  enero de 2000 fue sentenciado a cadena perpetua y en 2004 se suicidó en su celda. Algunos piensan que existe un vínculo entre los asesinatos de Shipman y la muerte de su madre cuando él tenía 17 años, en circunstancias dolorosas.



John Bodkin Adams. También de origen británico. Entre 1946 y 1956, 160 de sus pacientes murieron bajo circunstancias sospechosas. De ellos, 132 le heredaron bienes en sus testamentos. Se le enjuició, pero evadió la sentencia por falta de pruebas. Casi todas sus víctimas eran de edad avanzada y sus muertes eran vistas como naturales, usualmente provocadas por sobredosis de medicamentos. Murió en 1983, de 84 años.

Carl Clauberg. Médico nazi que pidió a los altos mandos realizar esterilizaciones masivas en mujeres judías y gitanas. Se le concedió la oportunidad y él, con sus experimentos, les causó infecciones y lesiones permanentes a centenares de mujeres. Varias de ellas murieron y otras fueron asesinadas para servir como objeto de estudio.

Se estima que 700 sobrevivieron efectivamente esterilizadas. Clauberg fue capturado en 1945 y sentenciado a 23 años de cárcel en una prisión rusa. Sólo cumplió siete, fue liberado e intercambiado por prisioneros rusos que estaban en Alemania occidental. Ante las protestas judías, fue encarcelado nuevamente. Falleció de un paro cardíaco en 1955, en su celda.

Arnfinn Nesset. Enfermero noruego, aprehendido en 1983, acusado de matar a 27 personas, todos ellos ancianos que habitaban en asilos y hospitales para gente de edad avanzada. Nesset les inyectaba un relajante muscular llamado succinilcolina, mortal en grandes cantidades. Fue sentenciado a 21 años de cárcel, la pena máxima en Noruega, y liberado en 2004. Se piensa que vive en una población remota de su país.

Herman Webster Mudgett (Henry Howard Holmes).
Alto y bien parecido, se entretuvo enamorando mujeres adultas y acaudaladas en su juventud. Se mudaba con ellas, las saqueaba y las dejaba. Una de ellas le pagó la carrera de medicina y otra le permitió realizar un fraude que le redituó una importante suma de dinero.

Con ese capital construyó un hotel en Chicago, denominado el «Castillo Holmes». Más que un hotel, éste debe considerarse una verdadera casa de torturas, con sistemas de localización que le permitían ubicar a todos los huéspedes, rociadores de gas que le facilitaron matar furtivamente y toboganes y recipientes llenos de ácidos que le ayudaron a desaparecer los cadáveres.

Lejos de Chicago y luego de realizar un fraude para obtener dinero, fue aprehendido, pero salió en libertad rápidamente. Poco después fue reaprehendido por un nuevo fraude y se le inició una investigación detallada. Confesó el asesinato de 27 personas, principalmente jóvenes solteras y adineradas. Murió condenado a la horca en 1896, de 35 años. Sus víctimas se calculan en 200.

Josef Mengele.
Criminal de guerra, antropólogo y médico nazi. Estuvo a cargo de la selección de internos en el campo de concentración de Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. Comúnmente recibía a las personas prisioneras que llegaban al campo en tren y decidía si eran o no aptos para el trabajo forzado. A su izquierda iban los hombres y mujeres fuertes; a la derecha, las personas que él consideraba débiles y que iban directamente a las cámaras de gas. Ocasionalmente, asesinó a algunas personas con sus propias manos.

También realizó experimentos inhumanos pseudocientíficos con niños y discapacitados judíos. Se le ha descrito como alguien preocupado por su apariencia, que se acicalaba constantemente y aparentaba tener modales y costumbres finas. Pero no se le han atribuido actitudes humanitarias, ni condescendientes. Su personalidad ha sido retomada en filmes, como Los niños de Brasil, y canciones, como «Ángel de la muerte», de Slayer. Ése era su apodo. Falleció ahogado en Brasil de 77 años; no sabía nadar.

Shiro Ishii. Fue un médico y microbiólogo japonés que participó en la Segunda Guerra Mundial. Encabezó los primeros lances de guerra bacteriológica al infligir cólera y peste en parte de la población china, especialmente en la ciudad de Harbin. Lideró experimentos que inducían hipotermia, abortos y paros cardíacos. Practicó vivisecciones con seres humanos. Murió de 68 años, tras pactar su absolución con el gobierno de Estados Unidos, a cambio de los resultados de sus experimentos.

Michael Swango. Se ha declarado culpable del homicidio de tres pacientes, pero se le atribuyen de 30 a 60 asesinatos más. Entre 1991 y 1997 envenenó con arsénico intravenoso y otras sustancias a varios pacientes y médicos de diversos hospitales. Algunos eran sus propios pacientes y otros no. Actualmente cumple una cadena perpetua inapelable en la prisión ADX Florence, en Colorado, EUA. Tiene 55 años.

Walter Freeman. Neurólogo estadounidense, obtuvo fama mundial como defensor de la lobotomia, operación destinada a destruir total o parcialmente los lóbulos frontales del cerebro. Él la sostuvo como una cura infalible de muchas enfermedades psiquiátricas. Además, perfeccionó un método que le permitía realizar lobotomías con un picahielo y sin cirugía. A mediados del siglo XX se erradicaron estas operaciones porque su factor curativo era causar daño cerebral en los pacientes. Freeman realizó 3,500 lobotomías, fue despojado de su licencia médica y murió de cáncer en 1972.

Jack Kevorkian. Defensor de la muerte asistida. Se estima que facilitó la muerte de unos 130 de sus pacientes en fase terminal. Incluso, desarrolló máquinas que dejan sin vida a estas personas en el lapso de dos días. Su caso es uno de los más polémicos, pues no todas las personas lo consideran maligno. Estuvo en prisión de 1999 a 2007, por asesinato en segundo grado. Actualmente está en libertad condicional.

Fuente: Contexto.com.ar