Estrés y preocupación son dos características muy comunes de la vida moderna. Desgraciadamente, pueden traer consecuencias negativas a la salud, si no se manejan sabiamente.

Numerosos estudios comprueban que el estrés tiene efectos reales en el estado de nuestra salud física, que van más allá de un estado anímico particular.



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Dos tipos de estrés. El cardiólogo César Herrera, director del Centro Cardiovascular de CEDIMAT e impulsor de la Red Dominicana de Atención al Infarto (REDI), señaló al periódico Hoy que es importante distinguir entre el estrés físico y el estrés psicológico aunque ambos tienen efectos adversos.



“El estrés físico se refiere al abuso de un órgano o parte de nuestro cuerpo. Quien no duerme bien está sometiendo su cuerpo al estrés, el que hace ejercicio inadecuada o excesivamente lo está sometiendo también”. El estrés psicológico en cambio, es un estado de tensión emocional y referente a “cómo respondemos a las adversidades”.

Si bien es algo que no puede controlarse, Herrera siempre le dice a sus pacientes que aunque el estrés no desaparezca podemos diseñar “nuestro propio sistema de respuesta al estrés”.

Hormonas fuera de control. Es el principal frente de ataque del estrés y la razón por la que se desencadenan un sinnúmero de alteraciones físicas.

“Hay unas hormonas generalmente conocidas como mineralocorticoides entre ellas están la adrenalina y el cortisol que se liberan en exceso, tanto en estrés psicológico como físico. Esas hormonas y sustancias que se diseñaron para ayudarnos a sobrevivir, cuando se liberan o se producen en cantidades muy grandes, que no son normales, entonces pasan a ser dañinos”, explica el especialista. Y eso es precisamente lo que ocurre cuando estamos bajo los efectos del estrés.

Esa secreción excesiva de hormonas es particularmente peligrosa para las personas que padecen de una condición de salud previa, como hipertensión o diabetes.

“Puede producir arritmias cardíacas. De hecho se se sabe en los pacientes cardiovasculares que los infartos o arritmias letales, tienden a ocurrir a una hora específica del día, lo que se llama ciclo circadiano, y coincide con las horas más estresantes del día”, comenta.

Explica que el nivel máximo del estrés es una condición llamada “cardiomiopatía por estrés” o “Síndrome del corazón roto”, principalmente consecuencia del estrés emocional y que afecta en mayor número al sexo femenino. “Es una lesión que en los últimos 20 o 25 años fue descubierta en la cardiología y que las personas, sea por un estrés emocional exagerado (un robo, un susto, un desamor) hace que se libere una cantidad exagerada de las hormonas que mencioné y puede producir daños al corazón”. Asombrosamente puede producir un infarto o daño parcial del músculo del corazón; “la diferencia es que cuando se le hace el cateterismo se encuentra que no hay obstrucción de las arterias y por suerte la mayoría de esas personas van a recuperarse semanas después y su corazón retorna a la normalidad”, apunta. Aún así un 1% continuará en estado de riesgo.

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El estrés puede provocar enfermedades gastrointestinales (las llamadas “úlceras de estrés”), trastornos alimenticios (anorexia u obesidad) y afectar el aparato muscoloesquelético debido a un aumento de la acidez en la sangre, que conlleva a espasmos musculares. Además se ha comprobado la relación entre el estrés y enfermedades de la piel, ocasionando problemas como el acné o la alopecia areata.