Los problemas familiares, laborales, la presión que demanda la investigación y las insatisfactorias expectativas de un empleo acorde a su preparación son algunas de las razones por las cuales, según investigadores de la Universidad de Gante (Bélgica), estudiar un doctorado puede perjudicar seriamente la salud mental. De acuerdo con los expertos, uno de cada tres estudiantes está en riesgo de padecer algún tipo de desorden psiquiático, es decir, el 32% de los doctorandos.



El informe belga, publicado en la revista Research Policy, reveló que enfermedades como la depresión en las personas que deciden realizar este tipo de estudios pueden ser producto del estrés que una tesis doctoral trae consigo.

Marta Giménez, psicóloga clínica y directora de investigación e innovación del Centro de Psicología Área Humana citada por El País de España, aseguró que esta especialización es potencialmente estresante a causa de “las habilidades técnicas, intelectuales y emocionales para la consecución de resultados óptimos en contextos de considerable exigencia, procesos de larga duración y con consecuencias para el futuro profesional y académico».



Los mismos estudiantes parecen confirmarlo. Un ejemplo es David Nievas, quien también habló con este medio de comunicación español y realiza su doctorado en el Departamento de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid. «El doctorado es un trabajo que, en muchas ocasiones, es muy individual y solitario. Me costó pasar de trabajar para otros de forma dirigida a hacerlo para mí mismo y a dirigir mi propia investigación, muchas veces sin referencias previas», relató.

Nievas también aseguró que por la falta de recompensas inmediatas por sus alcances académicos muchas veces se ha sentido inseguro y desmotivado. «Al ser un trabajo generalmente minucioso, profundo y reflexivo, los productos se aprecian a largo plazo con la publicación de artículos o la participación en clases o conferencias», agregó el doctorando.

Algunas ideas han surgido a raíz de esta situación de presión autoimpuesta. Una de ellas es la atención psicológica especializada para los estudiantes en los centros universitarios, como proponen algunos alumnos. Sin embargo, puede haber otros hábitos que también ayuden, según la psicóloga Giménez: cuidar la alimentación, realizar actividades deportivas y de ocio con regularidad y no aislarse de los demás, sobre todo de personas ajenas al contexto académico.

«Muchas veces, el desarrollo de la tesis se estanca por distintos motivos intrínsecos, problemas con la metodología, con los materiales o por pérdida de la muestra, y otras muchas otras, trabajo, familia o dinero», explicó a El País Luis Alberto Marco, estudiante doctoral de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

«Desmoraliza simplemente saber que, por mucho que te esfuerces o por bueno que seas en tu especialidad, tu trabajo se valorará poco en la sociedad y acabarás teniendo que marcharte de tu ciudad y alejarte de los tuyos para que la tesis no haya sido en vano», lamentó por su parte Paula Ruiz, otra alumna de doctorado en Europa.

Los expertos concluyeron que otra posible razón por la que hay tantos aspirantes a doctor que dejan su tesis sin terminar es porque muchos no pueden seguir trabajando sin recibir un sueldo. Frente a esto, los autores dijeron que una posible solución puede ser aumentar la financiación destinada al doctorado para favorecer la contratación de más personal, así como aprobar un estatuto del personal investigador en formación para crear un marco legal y jurídico “estable y seguro”.

Fuente: elespectador.com