La crónica deportiva, la de ayer, la de hoy, la misma que siguió pasó a paso la carrera de Pedro Martínez, habla hoy en primera persona sobre el nuevo inmortal dominicano en Cooperstown.

Los cronistas dominicanos fueron testigos a principios de la década del 90 del inicio de la carrera del intrépido lanzador y de un sorpresivo progreso que le convirtió no solo en el mejor lanzador del negocio, en un monstruo del box, sino, también, en el más excitante, el que literalmente paralizaba al país –colmadones incluidos– a la ciudad de Boston y toda Nueva Inglaterra.



Y ni hablar de Nueva York, cuando los Medias Rojas se enfrentaban a los Yankees, ya fuera en los viejos Fenway Park o Yankee Stadium.



Sus salidas concitaban un interés inusual. “Hoy picha Pedro”. La frase se hizo frecuente hasta en los labios de las féminas, que, en la mayoría de los casos, sin ser fanáticas del béisbol también se sumaron al voluntario toque de queda que se producía cada vez que “Pedro El Grande” subía al montículo.

Con información del Listin Diario