La introducción de las primeras ECU (Engine Control Unit) fueron la respuesta por parte de los fabricantes americanos a las exigentes regulaciones de gases de los automóviles.

Esto se producía a finales de los setenta y el surgimiento de estos primeros e innovadores aparatos se reflejó en un mayor uso de los mismos en los nuevos vehículos.



Estas exigentes regulaciones impulsaron un cambio de mentalidad y un paso de lo mecánico a lo electrónico en cuanto a ejecución y regulación de los diversos parámetros, antes realizados por diferentes mecanismos mecánicos y posteriormente controlados por esta unidad de control, para así poder controlar de manera más eficaz la combustión del motor.

La ECU es la unidad de control electrónico que regula el motor. Se trata del corazón de un sistema electrónico compuesto por sensores y actuadores en la que los sensores informan a la unidad central y ésta envía la orden necesaria a los actuadores para transformar dicha información inicial.



La función de los sensores es la de registrar diversos parámetros sobre el funcionamiento del vehículo (tales como las revoluciones del motor, temperatura de los sistemas, señal de la posición del acelerador…). Estos sensores actúan como puente hasta el sistema central o ECU y transforman dichas magnitudes físicas en electrónicas.

Los actuadores son los encargados de convertir las señales eléctricas recibidas en magnitudes mecánicas. Como los inyectores de combustible, electroventiladores o demás sistemas que reciben la información y consecuentemente actúan de una manera mecánica sobre alguna función en el vehículo.

A causa del aumento de las funciones y sistemas electrónicos de los nuevos vehículos, hablamos de diversas ECUs encargadas de una función específica cada una de ellas.

Todas están centralizadas y comunicadas. Se podría hacer una clasificación de centralitas dependiendo de su tecnología y de la época de fabricación, desde las más antiguas en las que sólo se controlaba la cantidad de combustible inyectado, hasta las más modernas que permiten ser modificadas o mapeadas para realizar cambios en los parámetros del vehículo y mejorar el rendimiento de éste.

Las ECU más modernas, es decir las programables, son las que pueden ser modificadas como consecuencia de un cambio de algún componente del vehículo, debiendo ser programado para poder configurarse correctamente el comportamiento y rendimiento adecuado del automóvil.

Estas unidades más modernas, en automóviles fabricados a partir de 1996, ya utilizan ECUs con sistemas OBD 2, que permiten ser programadas mediante puertos OBD de manera externa. Así, se modifican con un portátil conectado al vehículo, en el que se visualizan todas las características de funcionamiento del mismo y pueden modificarse la cantidad de combustible que se debe inyectar en el motor, la mezcla correcta de oxígeno y combustible o distintos parámetros necesarios en el vehículo.

En los últimos años se ha dado un aumento de componentes electrónicos en los nuevos modelos, con los que repercute en un mayor nivel de complejidad tecnológica. Esto se traduce en más ECUs, mayor especialización y sistemas más complejos.