La Guardia Civil detuvo a 14 trabajadores del aeropuerto de la isla española de Tenerife como parte de una organización que se dedicaba a robar las maletas de los pasajeros y sustraer de ellas los objetos de valor para venderos después.

Además de los detenidos, se investiga a otras 20 personas relacionadas con esta trama, informó este viernes en un comunicado el instituto armado español, que acusa a los detenidos de pertenencia a grupo criminal, robo con fuerza, daños y blanqueo de capitales.



El valor de los objetos sustraídos alcanza casi los 2,000 millones de euros, incluidos joyas, móviles, relojes y aparatos electrónicos, según la nota.

En la operación fueron intervenidos 29 relojes de alta gama, 120 piezas de joyería (oro y piedras preciosas), 22 teléfonos móviles, aparatos electrónicos, 13.000 euros en efectivo y un vehículo de lujo.



Los detenidos consiguieron vender muchos objetos en comercios físicos y virtuales de segunda mano y se está investigando a 27 joyerías de la provincia de Santa Cruz de Tenerife.

La operación se inició porque se detectó un aumento en el número de denuncias y quejas interpuestas por pasajeros de distintas nacionalidades por robos y hurtos en el interior de sus maletas facturadas.

Los robos se producían tras el traslado de las maletas a las bodegas del avión, señala la Guardia Civil.

Los trabajadores cargaban y descargaban a un ritmo más lento y con mayor distancia entre unas y otras.

Una vez en el interior de la bodega del avión, abrían los equipajes y punzaban la cremallera de las maletas para abrirlas completamente, sustraían los objetos que les interesaban y volvían a cerrar la cremallera sin dejar ningún signo de manipulación.

La Guardia Civil asegura que los integrantes del grupo criminal estaban perfectamente estructurados, con funciones definidas de forma jerarquizada.

Cada uno se encargaba de alguna de las tareas, como elegir el vuelo, ocultar los efectos sustraídos, sacarlos de las instalaciones aeroportuarias, venderlos en joyerías e internet o realizar el reparto de beneficios.

Para ocultar los objetos robados, usaban ropa con costuras interiores realizadas manualmente o utilizaban sus taquillas personales.